SUEÑOS REALIZADOS

Al hilo del post anterior sobre Isabel y Ana Altinai, éste se lo quiero dedicar a todas los demás familias que han ido pasando por estas tierras, por esta ciudad, para ver cumplido su sueño de adoptar un hijo/a (que hay que ser políticamente correctos). En unos casos, ya teniendo hijos biológicos y en otros para encontrar el primero, todos son dignos de admiración, el proceso de adopción no nada fácil, pone a prueba la paciencia de los que llegan al final. No hay mejor certificado de idoneidad que soportar la terrible burocracia española y el “sin vivir” que supone la adopción en Kazajstán.
Adoptar en este país supone, en primer lugar, vencer el miedo a lo desconocido, con un idioma que da pavor; en segundo lugar, encontrarse con una sociedad que siente su orgullo herido ante la posibilidad de que sus niños tengan que ser adoptados por extranjeros para poder llevar una vida normal, más cuando entre las herencias de la Unión Soviética se encuentra la de negar el problema para hacerlo desaparecer (en el año 1991 eran 9.000 los niños acogidos en orfanatos y ahora pasan de 95.000); en tercer lugar, unos tramitadores, salvo honrosas excepciones, que han convertido a los niños, a los futuros padres y al lazo afectivo que se despierta enseguida, en un medio de enriquecimiento, no simplemente de ganarse la vida, con las connotaciones que eso tiene (pisos carísimos, alquileres de coche desorbitados, etc.); en cuarto lugar, y repito que con honrosas excepciones, un sistema informal y corrupto, que hace que cada trámite se intente entorpecer con el fin de exprimir el ya sangrante bolsillo de los aspirantes a padres.
Los que han ido pasando por ese trance han ido encontrándose con situaciones absurdas, que no podían ni imaginar, pero ante las que han tenido que hacer de tripas corazón y seguir adelante.
Con muchos el contacto ha sido algo más que un simple conocimiento y han dejado un poquito de cada uno de ellos en nuestros corazones, el mío y el de mi familia, y creo que también se ha producido a la inversa. Ahora, ya pasado el tiempo, no podemos dejar de sentir un chispazo de alegría cuando vemos las fotos de esos niños y niñas, integrados, queridos y, sobre todo, felices. No es menos hermoso ver los ojos de los padres que irradian orgullo y un sentimiento que va más allá de la simple felicidad, es algo más, es un mezcla de amor y plenitud, de “prueba superada” y de “ya está con nosotros”, en fin, hay que pasar por ello para saber descifrar todo eso en una simple fotografía. Creo que somos un poquito familia de cada niño que ha pasado por nuestras vidas y hemos tenido la gran suerte de compartir la experiencia con los padres y a todos ellos, adoptados y adoptantes, les queremos y muchas veces nos acordamos de ellos. Por mencionar y no extenderme, mencionaré sólo a las mamás (que los papás me perdonen) y a sus retoños: Delia y Marina, Sara y Elia, Rosa y Rosita, Manoli y Ainhoa, Lola y Andrei, Resu y Mónica, Cesa y Rodriguito, May y Fernandito, Paula y Beñat. No voy a dejar de mencionar a Carmiña y Vika, que aún no han abandonado estas tierras y con quienes seguimos compartiendo su felicidad.
Recordad que desde donde estáis seguís un poquito con nosotros.

RELIGION DE LOS NOMADAS "TENGRI"

Los nómadas nunca han conocido las fronteras como existen ahora.
El mundo no tenía más límites que el horizonte que alcanzaban a ver, el que su caballo podía recorrer. Su vida se funde con los elementos. La propia estructura de su vivienda, la yurta, mantenía una abertura central en el techo para no perder su comunión con Tengrí, el Dios Padre, el Dios cielo, creador del mundo y que da nombre a la religión nómada que se extiende desde las estepas de Mongolia hasta los campos de sal de las riberas del Mar Caspio.
Foto: Familia nómada kazaja

La naturaleza en las interminables llanuras era la comunión perfecta entre el Dios Tengrí, que cubre todo en cualquier dirección que abarque la mirada e Itügen, la Madre Tierra, que engendra la vida misma, la madre de la fertilidad. Los sacrificios a ésta diosa persiguen la concepción de los hijos, los árboles son sólo una muestra del poder de Itügen.

Del seno de Itügen, mana el agua, en muchos puntos mágica, y que sirve para la purificación, la gracia. Este es el caso de la fuente de "Kieli-Bulak" en el Valle de Turguen, fuente de la eterna juventud y belleza.
Foto: Cartel de la fuente "Kieli-Bulak"

Hasta allí fuimos con Isabel y Ana Altinai, cuando después de muchos meses de un proceso de adopción que llenaría páginas de historias absurdas, por fin pudieron convertirse en madre e hija. Ana recibió su bautismo Tengrí, con agua sagrada, aderezada con el amor de su madre y el apoyo de los que estábamos en ese momento con ellas. Si de verdad las fuerzas de la naturaleza existen, esa niña, Ana, nuestra Ana, las lleva todas consigo.
Otros son los dioses a los que los nómadas rendían culto, pero eso, ya es otra historia.
Dedicado a Isabel y Ana Altinai.
Ana ya está dispuesta para recorrer a
caballo las "inmensas estepas sevillanas"