ALGUNAS FOTOS

Aqui os dejo algunas fotos de las vacaciones.
Lago donde ibamos a bañarnos.

El agua estaba muy fría pero transparente y un baño muy agradable.
Apartamentos donde nos alojábamos, perdidos en mitad del valle de L'Ubaye.
El río L'Ubaye el único sonido que escuchábamos por las noches, el de sus aguas correr. Cuando llegábamos después de las aventuras que ya os conté, era muy relajante sentarse en la terraza, bajo la única luz de la luna llena mientras L'Ubaye discurria a nuestro lado.
Jausiers, el pueblecito donde estábamos, pequeño y acogedor. Nosotros estábamos a las afueras. Por las mañanas comprábamos las napolitanas y croasanes recién sacados del horno. Eso sí, temprano, a las 7 porque a media mañana cerraban.
Mis hijos haciendo rafting. Yo no estoy, me negué cuando ví la corriente que llevaba el río y como vereis en la foto, muchas rocas. Me alegro no haberlo hecho porque si no, cuando volcó la barca, yo soy una de las que voy al agua y me hubiesen tenido que recoger en el lago, jeje.
Col de Vars. Una de las aventuras, subiendo y subiendo montaña y que nunca terminábamos. Subimos al puerto más alto de Europa "La Bonnette" con nieves perpetuas. Pasé miedo porque las carreteras, cada vez iban siendo más estrechas y el paisaje, se iba haciendo más pequeño. No hablaba, sólo pensaba: "las veces que he volado por los Alpes, y ahora si me descuido, pasa un avión y lo toco" jeje
Ciudad medieval de Turín.
Cuneo. Italia. La ciudad italiana más cercana de donde estábamos. Muy bonita pero me llamó la atención porque estaba totalmente desierta.
Llegando a Mónaco.
El Gran Casino de Mónaco. No entramos a jugar porque no llevábamos suelto, jeje

Palacio Real de Mónaco.

A los principes no los vi, pero yo tenia a mi pricensa y mi principe al lado.

Espero no haberos cansado con tanta foto. De las casi quinientas fotos que he hecho, he seleccionado unas cuantas.

VUELTA DE VACACIONES

Hola de nuevo, ya de vuelta de vacaciones.
Como sabéis, hemos estado en los Alpes mediterráneos, en Jausiers, un pueblecito francés a unos ciento cincuenta kilómetros de Niza y a noventa de Cuneo, ya en Italia.
La zona era realmente hermosa. El agua corría de forma abundante por todas partes, todo era verde, crecían muchas variedades de flores, las marmotas jugueteaban por la mayoría de los valles y el río, l’Ubaye, discurría con fuerza hasta el lago de Serre Ponçon que represaba sus aguas. Como no podía ser menos en una zona rural, era amable y común ritmo de vida que invitaba a la relajación, cosa que nos hacía falta. Por último, la gastronomía, con cientos de quesos, vinos y embutidos, no ayudaba a mantener la línea, pero bueno, era una semana y había que “olvidarse del mundanal ruido” de las dietas y bikinis, jeje.

Los viajes de ida y vuelta han sido largos, casi 1.400 kms, por carretera, por eso lo hemos hecho en dos etapas. Hacia allá hicimos noche en Roses, donde mis hijos llegaron a bañarse en la playa, y puedo decir que es estupenda para ir con niños pequeños pues no cubre en muchos metros. No ocurre lo mismo en Calella, donde descansamos a la vuelta, con playas repentinas y profundas.

Pero la paliza del viaje hasta Jausiers se olvidó pronto. Hemos tenido dos excursiones más largas que las demás. Una de ellas fue hasta Niza y Mónaco, en la Costa Azul. El color es real, el agua es muy azul y cristalina, con playas de piedra estupendas. Recorrimos Niza, que nos gustó mucho con sus palacios, iglesias, calles marineras y comerciales, aunque nos causó la impresión de ser una ciudad carísima. Sorprendentemente, en Mónaco, los precios nos parecieron más bajos que en Niza. Aquí conocimos el Casino, el Palacio, la Catedral, el Auditorio y el Oceanográfico aunque, por desgracia, este último no tuvimos tiempo de conocerlo por dentro, había que volver y, antes de que llegara la noche, pasar el puerto entre montañas más alto de Europa, a algo más de 2800 mts. Las carreteras eran estrechas, con pendientes pronunciadas y curvas completas, y lo peor, apenas hay protecciones de tipo quitamiedos o pretiles, o sea, de lo más interesante. Aún me duele el brazo de agarrarme al tirador del coche en cada curva.

La otra excursión larga fue a Cuneo, ciudad muy señorial y desde donde decidimos viajar hasta Turín, que nos gustó como ciudad aunque el bullicio no dejaba disfrutar del centro histórico. La vuelta fue una odisea. Se nos estropeó el navegador y veníamos con mapas comprados de urgencia en un quiosco de Turín, con lo cual las carreteras francesas apenas venían indicadas. Cuando creíamos que estábamos cerca, porque en el mapa así lo parecía, decidimos pararnos a cenar ya en territorio francés. Nos tomamos una raclette gigantesca en “la taberna de Claude”, seguramente construída por él mismo, causa por la que tenía las uñas tan decoradas, pero eso es otra historia. La cuestión es que nos quedaban unos 80 kms pero han sido de los más largos de mi vida. Ni un solo cartel que indicara dónde debíamos ir, apenas luces de pueblos y para colmo, obras y desvíos. No se veía nada, sólo se escuchaban los ríos correr por lo que suponíamos que íbamos por carreteras con barrancos. El mapa casi no nos daba información y sobre todo nos guiaba el sentido de la orientación sabiendo de donde veníamos, y según la luna llena que había, hacia donde teníamos que ir. Afortunadamente no nos perdimos ni una sola vez pero las carreteras, para pasar el puerto de Vars, eran cada vez más estrechas, con menos pueblos a la redonda y con peor firme. Si hablamos de unos ochenta kilómetros, tenemos que hablar de más de dos horas y media. Cuando llegamos al apartamento, me sentía agotada.

El resto de las excursiones han sido mucho más relajadas. Hemos conocido los pueblos del Valle de l’Ubaye y son realmente bonitos. En la mayoría de los pueblos, hay multitud de casas de estilo mejicano, pues la inmigración de esta zona fue mayoritariamente hacia ese país. Son muy curiosas las torres que no siempre corresponden a las iglesias pues son torres del reloj o son campanarios que se sitúan en los cementerios pero que se tocan desde la iglesia, en algunos casos muy alejadas.

Hemos visto y visitado multitud de fortificaciones militares, algunas muy antiguas, que han defendido a lo largo de la historia el paso entre los dos países. Algunos de ellos, incluso en la actualidad, son edificios militares que podrían llegar a usarse.

Mis hijos descendieron el río, hicieron rafting y se lo pasaron realmente bien, aunque yo sufrí un poco, sobre todo cuando la barca neumática casi vuelca al chocar con una roca y mi hija cayó al agua al igual que otros más, la corriente se la llevaba y por fin pudo agarrase a una roca hasta que fueron a por ella, menos mal que les habían explicado qué hacer en caso de caer al agua y todo se quedo en un susto, para mí, claro, porque ella se lo pasó de lo lindo.
En fin, que ha sido un viaje muy interesante y una zona muy aconsejable. Todavía no he tenido tiempo de sacar las fotos, la próxima semana las pongo, pero no quería dejar pasar el tiempo para saludaros.
Me iré poniendo al día con vuestros blogs poco a poco.
Un beso a tod@s