En mitad del frío invernal, una llama de calidez ha venido para alumbrarnos un poco en Almaty. En la semana gastronómica celebrada española en el hotel Hyaat y de la que ya hice antes el post, actuó La Tuna de la Facultad de Arquitectura Técnica de Granada. Esa música que cuando aparece en una boda o comunión puede sonar a costumbre anticuada, a tantos miles de kilómetros de casa, nos ha traído un poco de añoranza, nos ha servido para vivir unos días de algo entrañable, algo nuestro. Además, hay que decir que los tunos que han venido parecen haber sido elegidos por su simpatía y su paciencia con los pesados que no parábamos de pedir cosas que seguro que les parecían tonterías y que ya estaban hartos de tocar. Algunas canciones simpáticas las han tenido que repetir hasta la saciedad, con gestos incluidos. En algún caso han convertido una melodía tan conocida como la rusa “Kalinka” en un “Rasca así” mientras hacían el ademán de rascarse las partes nobles (¿de donde vendrá esa expresión?). Esa misma noche cenando en el “Bómbolo” ante la insistencia de algún kazajo, (al que traducía pacientemente Daniela, nuestra guapísima cubana-kazaja), que no
paraba de pedir canciones de Antonio Banderas, uno de los tunos, Jose se hizo pasar por el primo del actor malagueño,
y lo más divertido es que todos se lo creyeron, entre eso y el “rasca así” nos reímos mucho.
Foto: Alex y Daniela
Lo que sí puedo afirmar, es que tienen
una capacidad de aguante que sólo la juventud puede proporcionar. Han estado con su capa y sus instrumentos musicales todo el día, todos los días y no han parado de cantar ni cuando salían de marcha. Claro que ellos, muy astutos, sabían que el traje, la capa, la guitarra, las cintas y todo el atuendo llamaban la atención, sobre todo de las guapas chicas kazajas y ellos no han querido hacerles el feo y han sido amabilísimos con ellas, aunque como alguno decía que “mucho simpático, mucho agradable”, pero de ahí no pasaban.
Estuvimos con ellos en varias ocasiones cenando, bailando, tomando copas y realmente son gente encantadora, no en vano tienen las capas llenas de escudos de los lugares donde han ido actuando y alegrando la vida a los españoles desperdigados por el mundo. Podemos decir que con su música son unos auténticos embajadores de España, que van dejando el pabellón bien alto. La mejor prueba es que en todas partes, incluida Almaty, la gente está deseando que vuelvan. A ver si es verdad y les tenemos otra vez pronto por aquí. Seguro que alguna kazajita, les está añorando…