Hoy cumple 23 años José Carlos, mi hijo mayor. A mi me faltaban unos meses para tener esa edad y ya llevaba casi dos casada cuando él nació. Cuantas cosas han pasado desde entonces y en todas ellas ha estado ya mi chico. Es el mayor de tres pero es “el chico” para toda la familia materna. Éramos tres hermanas y sólo teníamos una sobrina. Fue el primer niño y se convirtió en el capricho de todos.
Mi chico, cuando cumplió dos años se convirtió en un “enfant terrible”. Hizo todas las trastadas que sean imaginables y algunas más, pero ya entonces (y esto no es amor de madre) empezó a dar muestras de su inteligencia. Se escapó del colegio siendo muy pequeño esperando que llegara el camión de la basura y escondiéndose detrás para salir sin ser visto. Con cuatro años, jugaba al ajedrez en el ordenador. O sea que sus travesuras eran muy inteligentes y difíciles de prever.
Pero todo pasa y la cosa ya se tranquilizó un poco, ya no se dedicaba a hacer de las suyas. Empezó a crecer y a crearse un carácter fuerte, decidido, quizás impulsado por la auto confianza que siempre le inculcamos y es que todo lo que hacía con interés lo hacía bien. Las notas fueron siempre buenas, terminando con el diploma al mejor expediente de bachiller. La universidad, viviendo solo, con la casa a su disposición, sin la presencia de sus padres encima de su nuca, fue sacando los cursos año por año. ¿Qué más se puede pedir?
Se ha hecho un gran amante del deporte, lo cual nos ha parecido siempre muy beneficioso y se lo hemos impulsado, cierto es que no siempre en lo que le gustaba, pero es que hay deportes, como el boxeo a los que no tenemos mucho aprecio. Con esa afición se quitaba de otras que podían resultar más peligrosas y ahora, está trabajando en un gimnasio de una cadena internacional, de responsable de un montón de asuntos en el plazo de poco más de un mes y no parece que la cosa se vaya a quedar ahí ¡el que vale, vale!
De todas formas, no sabemos cuál va a ser su futuro pues las cosas se van tomando como vienen y tenemos una gran confianza en que sabrá elegir lo que más le convenga. Tiene muchos planes de futuro que esperemos que se le vayan cumpliendo, sabemos que pondrá todo lo que de él dependa para que así sea.
Sólo me queda decir que con 23 años, su padre y yo le vemos ya convertido en un hombre, podemos decir con orgullo que hemos conseguido mucho o casi todo lo que nos propusimos cuando nació, que sea una buena persona, responsable, afectuoso, respetuoso, amigo de sus amigos, con un gran don de gente, con valores fuertes y en fin..., que te queremos mucho y que estamos muy, muy orgullosos de tí.
Hijo, “¡Feliz cumpleaños de tus padres y hermanos desde la distancia!”