Bueno, pues la esperada reunión se produjo por fin el martes pasado y la verdad es que fue muy clarificadora.
Hay que decir que un día antes de la reunión, las mismas agresoras de la vez anterior agredieron y amenazaron a otra niña por haber insultado a una compañera y sentirse ellas las justicieras del colegio. En este caso, además, en una actitud totalmente mafiosa, la dejaron con medio cuerpo colgando de una barandilla de la escalera mientras la amenazaban. De película, ¿verdad?

Por ese motivo, esta familia fue también invitada a la reunión, a la que asistimos las niñas agredidas y sus padres, la dirección del colegio y las tutoras de los niños y niñas implicados, tres policías municipales de los que prestan el servicio de “agentes tutores”, la agresora con su madre y las acosadoras. Estas últimas sin padres, quienes habiendo recibido una carta donde les convocaban, como a todos, a una reunión por agresión, acoso y amenazas a una compañera del colegio y después de recibir la llamada de las tutoras, simplemente “pasaron”, colgando incluso el teléfono a las profesoras que les llamaba.

Todos nos sentamos en la biblioteca, alrededor de una gran mesa formada por pupitres. Me situé justo enfrente de las agresoras porque no quería perderme ni un solo gesto de estas niñas.
Empezaron dando la palabra a mi hija quien contó, sin muchos detalles lo que ocurrió. A continuación ya intervine yo, porque lo había vivido tan de cerca que aún lo revivo al pensarlo y no se me olvida ningún detalle. Según iba contando lo que sucedió, las niñas saltaron como muelles negando todo, pero lo tienen difícil para eso porque la Directora intervino y les recordó que hay más testimonios que confirman palabra por palabra lo que dijeron. Ahí no tuvieron más remedio que callarse.
En un momento de la reunión, uno de los policías se puso de pie para explicar a las menores y a los padres cuáles podían ser las consecuencias de sus actos. En mitad de la explicación, otro de los policías, el mayor de ellos, montó en cólera porque las niñas que estaban sin sus padres, se estaban partiendo de risa. Les dijo, muy correctamente pero con un tono poco amigable, que no sabían en qué se estaban metiendo y que si lo supieran, ya con catorce años, seguro que no se reirían tanto. Fue mano de santo, a partir de ahí se acabaron las risas.
Intervinimos todos los padres, los de las agredidas y los de los agresores y todos llegamos a la misma conclusión. Esto había sido una cosa terrible que podía haber tenido unas consecuencias inimaginables y que debía parar ahí.
Les recordamos además la posibilidad de la responsabilidad civil en que podían incurrir y que si seguían con estas actuaciones, cuando las dos denuncias interpuestas antes la Policía Nacional llegaran al Juez, la decisión del juez podía ser desde una regañina hasta la retirada de la patria potestad.
La directora del Colegio les avisó de las consecuencias disciplinarias y les avisó que no le temblaría la mano al firmar su expulsión, ya que de hecho, la semana anterior expulsó a tres, aunque los motivos no tuvieron nada que ver con esto.
La madre de la agresora que asistió, no daba crédito a lo que estaba escuchando y dijo que se le estaba cayendo la cara de vergüenza pero pidió, por favor que no se señalara a su hija, a lo que la directora replicó, que tenia que hacer memoria y recordar que el primer día que la conoció fue por un enfrentamiento con la propia directora. Es decir esto no es nuevo, su actitud es siempre provocadora.

La efectividad de la reunión parece que fue más bien poca, a pesar de haberse comprometido a cambiar su actitud y no volver a repetir agresiones ni amenazas, sin embargo para mí fue muy útil y me voy a explicar.
Sólo contar que dos horas después, las mismas agresoras rodearon a la última niña que habían amenazado y volvieron a acosarla por haber puesto la denuncia. Tuvo que entrar la madre a sacarla de la situación.
Sobre la utilidad que he mencionado antes, ha sido muy clarificadora porque he sacado varias conclusiones:

- Después de dos semanas desde la agresión a mi hija y después de reincidir, las niñas que participaron directamente aún están en el colegio. Las medidas disciplinarias severas son muy difíciles de aplicar en los colegios y si además no son inmediatas, pierden su efectividad, por lo que luego no se pueden aplicar con la misma fuerza y la misma justificación que en el momento. Cuando se produjo la agresión, mi hija, por defenderse, fue expulsada un día del colegio y sin embargo veo a las niñas agresoras pasearse por el colegio todos los días. En alguna ocasión incluso se han exhibido de forma provocadora delante de las madres que ahora, por miedo, llevamos y recogemos a nuestras hijas. Esto tiene un nombre: impunidad.

- Que el sistema es malo, lento y poco efectivo ya lo sabemos pero es que no se puede luchar contra lo imposible. De cuatro niñas agresoras directas, sólo una de las madres se presentó. ¿Cómo luchar contra esto? Es imposible. Además, la madre de la otra niña agredida quiso hablar con la madre de una de las que amenazaron a la suya y esta mujer, en mitad de gritos y aspavientos, le dijo que era normal que las niñas ante un insulto respondieran golpeando y que le traía sin cuidado que la denuncia llegara al juzgado, sabía que su hija era menor y que no tendría ninguna consecuencia. Esto tiene un nombre: desvergüenza.

- Los menores en España, si son vagos, violentos o alguna lindeza similar lo tienen fácil pero si son, no ya buenos, sino normales, están condenados sin remedio a tener problemas. No tienen apoyo real de la sociedad ni de las instituciones que lo único que no quieren en tener problemas y los evitan negándolos. Además es políticamente incorrecto hablar de niños marginales y de que la integración tiene que llegar hasta el punto en que no perjudique seriamente a las personas de alrededor.

El gran problema es que quien decide no sufre de este tipo de conflictos, sus hijos no asisten a colegios públicos, o concertados, las familias conflictivas no viven en sus barrios y si a ellos les surgiera algún problema, tardarían segundos en tenerlo resuelto.
En el casi imposible caso de que alguno de nuestros políticos quisiera llevar su hijo a un colegio concertado al lado de su casa, no le dirían que no porque no hay plaza y cuando solicitara, como hicimos nosotros, que se aumentara la ratio del colegio, no le dirían que no, sino que lo harían aunque costara el doble.
Es totalmente injusto pero es lo que tenemos, una total oligarquía representativa, con eso tenemos que luchar todos los días.