Después de tres semanas de rehabilitación, ayer terminé y el resultado no ha sido bueno. Sigo igual o peor que cuando empecé.
Hoy voy a la doctora y he venido alucinada después de la conversación que hemos tenido.
Os describo la conversación:
- ¿Qué tal esta?
- Fatal
- No lo entiendo
- Yo tampoco
- El tratamiento que le hemos dado ha sido muy completo
- Seguramente, pero yo no he notado mejoría, es más el fisioterapeuta me interrumpió una de las pruebas porque decía que no era normal que no mejorara y podía ser que alguna cosa no me fuese bien.
- No lo creo
- Ahora me duele el hombro cuando apoyo la muñeca o el codo
- Pues no lo apoye. Ahora mismo tiene usted apoyado el brazo encima la mesa (todo esto en plan seco y cortante) Se calla un momento y yo continuo
- Entonces ¿qué solución me da usted?
- Que el movimiento del brazo que le moleste, no lo haga. (pensé: “buena solución”). De todas formas le voy a dar el alta porque yo no puedo hacer nada más.
- ¿Cómo que no puede hacer nada más? solamente tengo una radiografía hecha en la cual no se ve que haya nada pero si el dolor continua, habrá que verlo.
- Ya le digo que no hay nada más que hacer, vuelva si quiere dentro de 15 días y me dice como sigue. (esas fueron sus ultimas palabras)

En todo momento yo hablaba con educación lo que ella le faltaba. En alguna ocasión pensé decirle dos cosas, pero me mentalizaba diciendo “tranquilízate no merece la pena”. Antes de marcharme dije:
- Y ¿qué me tomo para el dolor?
- Lo que a usted le siente bien
- ¿Cómo?
- Sí, lo que crea que no le haga daño
- Antiinflamatorios, analgésicos…..?
- Ya le he dicho que lo que mejor le venga.

Me despedí diciendo “dentro de 15 días nos vemos”
Fui a citarme de nuevo y le digo a la administrativa que qué tengo que hacer para cambiarme de rehabilitador, me dice que me puede cambiar ella mandarme a otro y que si quería me citaba ya con el nuevo para esa fecha. Al principio dije que sí, rápidamente pensé y dije, no, déjelo, déme de nuevo con ella porque creo que tengo que decirle algunas cosas que hoy no he dicho y quiero que me oiga antes de cambiarme.

Cuando he llegado a casa, no podía creer todas las cosas que me había dicho.
Dentro de 15 días, volveré y no con la paciencia que he tenido hoy, como esté en el mismo plan, lo primero que le voy a decir es si ella está contenta con la profesión que tiene o está amargada porque lo que no es normal, es que en la sala de espera, los pacientes estén murmurando que tienen miedo de entrar porque nunca está de buen humor y les habla de muy malas maneras.

Siempre he pensado, que en todas las profesiones hay que tener vocación pero mucho más en esta. ¿Qué pensáis vosotros?