Hoy, he ido con unas amigas a comprar una cuna tradicional kazaja, con la intención de hacer de ella un bonito y original macetero. Adjunto una foto de dicha cuna para que se vea de lo que estoy hablando. Si os fijáis bien tiene un agujero en el medio que como cualquiera puede suponer es para las necesidades de los bebes en ella acostados. Efectivamente, así es. Sin embargo, no creo que haya nadie de los que pueden estar leyendo estas líneas que se hagan una idea del sistema.
Primero, cuando estoy comprándola, me preguntan que si es niño o niña, a lo que contesto que me da igual porque es de recuerdo.
Al lado veo unos artilugios de madera, pregunto que qué es eso y me explican que para atárselos a los bebés en sus partes y que puedan hacer las necesidades. Nuestro asombro fue mayúsculo, no podíamos creerlo, pero con todo y eso, pensamos que seria una antigua tradición nómada.
Al llegar a casa, la señora que trabaja conmigo, me hace la misma pregunta, si era para un niño o niña, le digo que para macetas, me mira asombrada como no entendiéndome o como si estuviese loca y me dice que su hermana acababa de tener un bebé y tenia una igual.
Le digo que me explique y me dice que se utilizan todavía porque los bebés están mejor ahí. Le enseño los artilugios porque también los compré, y me vuelve a explicar lo mismo que la vendedora.
El mecanismo es el siguiente. Encima de esa madera se pone un colchón que tiene el agujero en el mismo sitio, como es normal, y en el hueco se pone un cubito, que se puede ver en la fotografía también. A los niños se les acopla su “piticlín” en una especie de pipa apache de la paz (ver fotografía). Con las niñas es igual pero acoplándole otra especie de pipa a su aparato genital (también en la fotografía). Os aseguro que la madera es de una rudeza tremenda. Aparte de lo basto que resulta para una piel tan sensible como la de los bebés, imaginaros lo antihigiénico del sistema.
Esto tendría su explicación en época de los nómadas, pero ahora no. Lo peor es que cuando lo he comentado con gente del país, me han dicho que se sigue utilizando, que los niños se atan a esa cuna durante un año y el sistema de la “pipa colectora” se considera mucho más higiénico que el uso de los pañales desechables, que se cambian varias veces al día. Me imagino el calvario de esos pobres niños, las infecciones que deben de agarrar y sólo de pensar en estar así atados un año, me produce claustrofobia.
La cuna es una preciosidad, no para usarla como se está usando ahora. Me parece muy bonito que conserven sus tradiciones y no quieran que desaparezcan, pero podían comprársela a los bebes para adornar su habitación y no para estar atados a ella.

A continuación os adjunto, para suavizar el asunto, parte de las tradiciones kazajas en torno al tema de la cuna (Besik en kazajo)
Este texto está sacado de la página oficial de la Embajada kazaja en Madrid.
Cuando al niño por primera vez lo acuestan en la cuna, se hace la ceremonia besikké salú (acostar en la cuna). El derecho para realizar esta responsable misión se le concede a una sabia y respetable anciana (abuela), que tiene una numerosa descendencia. Esta abuela viene por una invitación especial.
Antes de acostar al niño en la cuna, a su cabecera atan un amuleto, el cual, según una creencia, va a defender al niño de los malos espíritus. A continuación, en un agujero, situado en el medio de la cuna, donde esta situada una olla especial, que garantiza la sequedad y limpieza del niño (antepasado lejano de los pañales actuales), tiran los caramelos y otros dulces. En este mismo momento, colocando las manos, las toman mujeres quienes no tienen hijos.
Después de acostar al niño, la cuna se cubre con siete cosas diferentes, cada cual, según la creencia, tiene un significado definido e influye de una manera u otra en el destino del niño. Por ejemplo, un abrigo de piel es un símbolo de riqueza y posición en la sociedad. El bridón significa el deseo de los padres ver a su hijo una persona fuerte y hábil, el que puede domar a cualquier caballo, el kebenek (la ropa de campaña) simboliza el heroísmo y valentía, y garantiza al niño la fama de batyr (héroe kazajo), la fama del defensor de la Patria. ¡A las niñas debajo de la almohada ponían un espejo y el peine, para que sea una mujer hermosa!