Montañas de Almaty
AEROPUERTO DE URGENCH
Nos bajan del avión en pista y andando nos sacan directamente a la calle, nos cierran una verja y todo el mundo mirándonos. Encontramos allí a un conductor de la agencia que era el que íbamos a tener todo el tiempo con nosotros.
Nos dice que ahora llegarán las maletas y pensábamos, ¿por donde?, ingenuos nosotros pensábamos que iban a llegar por una cinta, que va, viene uno con una carretilla y nos abren la verja, volvemos a entrar a la pista y todo el mundo tirando de su maleta, la que estaba abajo al tirar se caían las de arriba, nos dio la risa. Eso sí, el policía no dejaba que se escapara nadie sin enseñar el papelito de las maletas y comprobar que coincidía, con lo que fue eterno hasta que salimos de allí.
Por fin camino de Jiva que está como a 30 o 35 minutos del aeropuerto.
Lo que íbamos viendo por el camino, nos parecía bastante bien, sobre todo limpio y cuidado ya que aquí donde estamos nosotros, la limpieza brilla por su ausencia.
Desde que salimos de Tashkent, habíamos coincidido con dos grupos de españoles y al llegar al hotel en Jiva, uno de ellos, también los alojaban allí con lo cual pensamos que muchos hoteles no debía de haber.
El hotel “Asia Jiva” justo enfrente de las puertas y muralla de la ciudad antigua, nos impresionó mucho con lo que soltamos las maletas, cenamos en el hotel y salimos a pasear con dirección a la muralla. Estaba sin iluminar, no se veía a nadie, a lo lejos algún farolito con lo que a mí me daba miedo entrar. A todo esto, mientras nos decíamos sale de entre la oscuridad un chico corriendo y con algo en la mano y pensé, esto es que ha robado a alguien y por eso corre, con lo cual a mí me falto tiempo para salir también corriendo dirección al hotel, mi familia se reía, pero nos fuimos, yo no quería arriesgar el primer día que empezaba nuestra excursión y además al día siguiente temprano hacíamos la visita.
- El 5 de mayo (sábado), salimos de Almaty con destino a Tashkent la capital de Uzbekistán. Volamos con las líneas uzbekas “air uzbekiston”. El vuelo muy normal y cuando llegó la hora de darnos la comida, fue una cosa curiosa; en una bandeja, todo suelto y mezclado, había un tomate entero, una” kalbasá” entera (embutido típico de estos países), un trozo queso y pan.
En el aeropuerto de Tashkent, nos estaba esperando el de la agencia “Dolores Tour”, nos llevó al hotel “Grand Orzú” tomamos algo fresco, dimos una vuelta a los alrededores donde encontramos una tienda muy curiosa y muy bien preparada con productos típicos y ecológicos, volvimos al aeropuerto para coger el vuelo con destino a Jiva.
En el aeropuerto la espera fue un poco pesada porque hacía muchísimo calor, había mucha gente y sin aire acondicionado.
Cuando llega la hora de embarcar y vemos el avión en el que tenemos que ir…. horror, era un Tupolev, un avión soviético que yo en algunas ocasiones ya había montando cuando estábamos en Ucrania y siempre lo había comparado como con un autobús pero con alas. No es broma, el avión por dentro, donde se pone el equipaje de mano no va cerrado, si no como los autobuses, los asientos se levantan como una butaca de cine y el respaldo es al revés que todos, no se puede echar para atrás, si no para adelante.
Antes de subir empiezan los controles “soviéticos” al pie de la escalerilla varios policías y una azafata a gritos diciendo que primero entraran los pasajeros con el cartón amarillo, todos a empujones. Nosotros éramos unos de los que teníamos ese cartoncito, vamos subiendo y estamos arriba y me doy cuenta que Alejandro no le habían dejado subir, me vuelvo atrás y me empiezan a gritar que continué, a lo que les digo que no
En el aeropuerto de Tashkent, nos estaba esperando el de la agencia “Dolores Tour”, nos llevó al hotel “Grand Orzú” tomamos algo fresco, dimos una vuelta a los alrededores donde encontramos una tienda muy curiosa y muy bien preparada con productos típicos y ecológicos, volvimos al aeropuerto para coger el vuelo con destino a Jiva.
En el aeropuerto la espera fue un poco pesada porque hacía muchísimo calor, había mucha gente y sin aire acondicionado.
Cuando llega la hora de embarcar y vemos el avión en el que tenemos que ir…. horror, era un Tupolev, un avión soviético que yo en algunas ocasiones ya había montando cuando estábamos en Ucrania y siempre lo había comparado como con un autobús pero con alas. No es broma, el avión por dentro, donde se pone el equipaje de mano no va cerrado, si no como los autobuses, los asientos se levantan como una butaca de cine y el respaldo es al revés que todos, no se puede echar para atrás, si no para adelante.
Antes de subir empiezan los controles “soviéticos” al pie de la escalerilla varios policías y una azafata a gritos diciendo que primero entraran los pasajeros con el cartón amarillo, todos a empujones. Nosotros éramos unos de los que teníamos ese cartoncito, vamos subiendo y estamos arriba y me doy cuenta que Alejandro no le habían dejado subir, me vuelvo atrás y me empiezan a gritar que continué, a lo que les digo que no
continuo sin mi hijo, “suba, suba, que él ya subirá”, me paré en la escalera y dije que no subía, al final le dejaron pasar y el único problema que había, era que iban contando y ya con él pasaba uno más de sus cuentas jeje.
Esta foto es la Tienda ecológica
Arriba un calor insoportable, los que habíamos entrado primero con los cartones amarillos, veíamos por las ventanillas que quedaba mucha gente por subir pero con el sistema de control, nos podían dar allí las tantas y a todo esto asándonos de calor. Decimos a una de las azafatas que por favor pongan el aire acondicionado y nos dice que hasta que no esté volando no se puede poner. “A joderse”.
Después de bastante tiempo, por fin despegamos, todo el mundo con papeles abanicándose y esperando que tomara bastante altura el avión para que nos dieran el aire, seguramente no tomó la altura debida o según sus controles, el caso es que llegamos a Urgench y sin aire, sudando y oliendo el avión a todo, menos mal que el vuelo es una hora si no, nos morimos.
AEROPUERTO DE URGENCH
Nos bajan del avión en pista y andando nos sacan directamente a la calle, nos cierran una verja y todo el mundo mirándonos. Encontramos allí a un conductor de la agencia que era el que íbamos a tener todo el tiempo con nosotros.
Nos dice que ahora llegarán las maletas y pensábamos, ¿por donde?, ingenuos nosotros pensábamos que iban a llegar por una cinta, que va, viene uno con una carretilla y nos abren la verja, volvemos a entrar a la pista y todo el mundo tirando de su maleta, la que estaba abajo al tirar se caían las de arriba, nos dio la risa. Eso sí, el policía no dejaba que se escapara nadie sin enseñar el papelito de las maletas y comprobar que coincidía, con lo que fue eterno hasta que salimos de allí.
Por fin camino de Jiva que está como a 30 o 35 minutos del aeropuerto.
Lo que íbamos viendo por el camino, nos parecía bastante bien, sobre todo limpio y cuidado ya que aquí donde estamos nosotros, la limpieza brilla por su ausencia.
Desde que salimos de Tashkent, habíamos coincidido con dos grupos de españoles y al llegar al hotel en Jiva, uno de ellos, también los alojaban allí con lo cual pensamos que muchos hoteles no debía de haber.
El hotel “Asia Jiva” justo enfrente de las puertas y muralla de la ciudad antigua, nos impresionó mucho con lo que soltamos las maletas, cenamos en el hotel y salimos a pasear con dirección a la muralla. Estaba sin iluminar, no se veía a nadie, a lo lejos algún farolito con lo que a mí me daba miedo entrar. A todo esto, mientras nos decíamos sale de entre la oscuridad un chico corriendo y con algo en la mano y pensé, esto es que ha robado a alguien y por eso corre, con lo cual a mí me falto tiempo para salir también corriendo dirección al hotel, mi familia se reía, pero nos fuimos, yo no quería arriesgar el primer día que empezaba nuestra excursión y además al día siguiente temprano hacíamos la visita.
Por petición de algunas personas, pongo las fotos de los hoteles donde nos hemos alojado porque trantándose de estos paises, querian verlos.
En la próxima continuaré con el viaje.
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